¿Qué le pasó a mi corazón después de tener un segundo bebé?

Recuerdo el miedo que me consumió cuando estaba embarazada de mi segundo hijo. Una madre relativamente nueva para un niño que aún no tiene dos años, estaba comenzando a sentir mi ritmo en este viaje de maternidad.
Había leído muchos libros. Estaba empezando a encontrar un horario manejable. Mi pequeño estaba empezando a florecer realmente: caminar, primeras palabras, una personalidad en crecimiento... estos eran los días con los que había estado soñando durante tanto tiempo.
Y entre todos estos factores estaba un amor que todo lo abarcaba y que llenaba todo mi corazón. Nunca conocí tal amor hasta que me convertí en mamá para este pequeño milagro.
Entonces, ¿dónde, exactamente, haría espacio en mi corazón para que entrara otro ser humano vivo que respira? Porque creía con cada célula de mí que mi corazón estaba lleno. No hay vacantes. Ni siquiera un armario de escobas con espacio para otra persona.
Por no hablar de mi cerebro, que también estaba al máximo de su capacidad. Me tomó casi dos años leer las expresiones faciales de este niño, el color y la textura de su caca, sus diferentes llantos y ahora su balbuceo. Sabía cuánto durarían las siestas, cuánta comida preparar y cuánto calmar un colapso. Lo tenía reducido a una ciencia. ¿Cómo demonios podría mantener estos platos girando cuando otro niño entró en escena? Todo parecía tan apocalíptico.
No creerías lo que pasó cuando mi segundo hijo, otro niño querido, entró en mi mundo. Más allá de mis mayores miedos, mi corazón no estalló. Aparte de mi certeza de que el mundo se acabaría, mi amor por mi primer hijo no se movió, borró ni comprimió.
Mi corazón simplemente creció.
Fue el ajuste más natural del mundo. En un minuto mi corazón tenía un tamaño, al minuto siguiente, su tamaño se había duplicado. Todas mis preocupaciones fueron en vano. Mi cuerpo, mi corazón y mi amor sabían exactamente cómo y cuándo cambiar y expandirse.
El viaje de los padres es un momento emocionante, trascendental y abrumador para las madres primerizas. Y el corazón es nuestro músculo más fuerte por una buena razón... Duplicará su tamaño con el nacimiento de un hermano.
Si tan solo el cerebro hiciera lo mismo. Pero puedo asegurarle que sí aprende a mantener los platos girando. Aprende a incorporar nuevas expresiones faciales, nuevos horarios, nuevas rutinas a la hora de acostarse. Es un proceso mucho más lento, garantizado y algunas placas se romperán en el ajuste. Pero mientras que nuestro corazón es el músculo más fuerte de una madre, nuestro cerebro tarda un poco más en aclimatarse.
Estoy bastante seguro de que de ahí se deriva la expresión "cerebro de mamá". Y todo está a la par del curso en este viaje de maternidad.